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PARA EMPEZAR...

CONFESIONES

Alguien roba un corazón altruista a la vuelta de una esquina y se conectan los esquizofrénicos tumultos sin noticias, la televisión demanda imágenes sin guerra y sin embargo mueren inocentes en las calles que nadie conoce en algún accidente de tráfico.

Mientras nosotros morimos tratando de buscar las respuestas a los porques de la infamia del amor, que gira a tornarse en tragedia universal.

Sucede que estoy creyendo en mi, que me fastidio diciendo lo que puedo hacer todo el tiempo, pero mi dejadez me obliga a abandonar toda responsabilidad, y aquí estoy, he buscado y lo he encontrado, nada fácil después de todo pero no imposible tengo la oportunidad de que ustedes me lean.

LA PRIMERA CONFESION

He amado como todas las mujeres del mundo y sentido en cada espacio la desesperación y el egoísmo que nos contradice cuando creemos que ese amor es solo nuestro y que nos pertenece, pero también me he dado cuenta de que el amor tiene libre albedrío y se doblega cuando se encuentra la humildad, George Sands lo dijo alguna vez: “El amor existe no es una quimera, solo hay que saber reconocerlo y ser humilde frente a el”.

Es difícil bajar la guardia en estos días de guerra táctil, los que no van por sexo, van directo a liberar el ego y los amados Romeos están jugando entre la Dulcinea del Toboso y la idealización de un futuro cercano con una Top Model, tetas grandes, huesos largos y afilados que podrían curtir cualquier vestido de Versace... ¿Y el culo?

El buen culo lo encuentran en la chica del bar, esa de la cuál no saben nada y sin embargo es toda una Virginia Wolf que al igual que otras ha parido heridas como Gloria Fuertes o Coco Chanel, solo que en pleno siglo XXI estas mujeres llevan el nombre escondido bajo el brazo, y resulta que una mañana se levantan creyendo que han encontrado lo que buscan y no hay más que un hombre tendido ahí, saciado de culo cinco estrellas. Y caemos redonditas como las bolas tras la fuerza de la gravedad, luego vienen las historias de los compromisos, las libertades y el lavado psicológico de lo incapaces que son para amar o estar, con una mujer inteligente.

Y nos hacemos las fuertes, y es ahí cuando pensamos dar rienda sueltas a todas nuestras fantasías, somos frías, calculadoras y rudas. Unas tías que no se dejan de nadie, viene el placer, la calma y luego... el vacío, y junto con el llega la soledad como un cuchillo a clavarse justo en el centro del pecho, y nos hacemos reproches.

Nos hacemos reproches, de cielo, de calma y de miedo.



PAOLA HERRERA LEDESMA

2 comentarios:

echoesofme dijo...

¿Y cuánto tiempo podemos obviar lo indubitable? ¿Cuánto tiempo podemos suturar una herida que constantemente se abre, ante cualquier ligero movimiento, e inclusive, ante la más suave brisa de viento? Y al final, al final lo más estúpido del cuento... Estando allí, tendidas y solas, frente el espejo desquebrajado a nuestros pies... nos encontramos culpables del crimen no cometido...

Pao, adoro tu forma de escribir... De las pocas personas que son capaces de imprimir tan sentimiento en tan sólo palabras... Un beso.

CURTIDORA DE CUERPOS dijo...

Gracias Barb un besoooooooo trataré de escribir más ;)